El casero de los pobres sale a bolsa.

El casero de los pobres sale a bolsa

La crisis ha dejado en la estacada a muchas familias. Y lo que es peor, sin vivienda. Un promotor inmobiliario conocido por alquilar casas a los amenazados de exclusión social saca su empresa a bolsa
Foto: Antonio Gimeno, consejero delegado de TURENTA Socimi (Dosier comunicación)
Antonio Gimeno, consejero delegado de TURENTA Socimi (Dosier comunicación)

 

Fue Nicolas Sarkozy quien en septiembre de 2008 -en medio de la mayor crisis financiera mundial desde 1929- propuso refundar el sistema capitalista sobre las bases de la ética. Ni que decir tiene que aquello fue un farol. Pura nadería. El modelo heredado de Bretton Woods -en su cara menos amable- sigue intacto. Pero el mensaje quedó ahí.

Por aquel entonces, al ladrillo español se le empezaban a quemar las turbinas. Los pisos no se vendían, la morosidad crecía en vertical y muchos promotores acabaron en la ruina. Uno de ellos, Antonio Gimeno, tuvo un problema sobrevenido mucho más preocupante que afectaba, incluso, a su propia salud. Le detectaron un cáncer y tras meses de hospitalización obligatoria, eso cambió su vida. Desde entonces, ha querido dar a su negocio otro barniz. Una especie de capitalismo con rostro humano -tan ético como el que proponía el expresidente francés- que tendrá en las próximas semanas su corolario cuando su empresa, una sociedad que gestiona y adquiere activos inmobiliarios, comience a cotizar en el mercado alternativo bursátil (MAB).

¿Puro ‘marketing’ comercial o hay algo más? ¿Estamos ante un embaucador que en realidad lo que quiere es alquilar pisos o, por el contrario, los tiempos han cambiado? Gimeno (Murcia, 1964) lo explica en el folleto que presentará al MAB: “Las empresas”, sostiene, “pueden ser rentables y solidarias al mismo tiempo”.

Organigrama de Turenta. (dosier de prensa)
Organigrama de Turenta. (dosier de prensa)

Obras son amores, y nunca mejor dicho. En 2012, Gimeno creó dos proyectos. Uno -Probuen- destinado a la prestación de servicios en la gestión de patrimonio residencial en alquiler. El otro, la Fundación Toda Ayuda, es una entidad de iniciativa social cuyo objetivo es luchar contra la exclusión social. En particular, en todo lo relacionado con la vivienda, y que hace suyo el artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aquel que obliga a los firmantes a garantizar a todos los ciudadanos un nivel de vida adecuado. Y pocas cosas son más necesarios que un techo.

El nombre de Gimeno salió ya en los papeles a finales de 2012, cuando se hizo público que había entregado 25 viviendas de unos 90 metros cuadrados a gente desahuciada de la localidad valenciana de L’Alcudia por un precio de 50 euros mensuales. Una verdadera ganga. Por entonces, hubo quien lo acusó de hacer lo único que era posible, ya que de otra manera tendría el piso cerrado al haberse hundido el mercado inmobiliario.

Demanda infinita

No es difícil entender que en casos como los que afectan a los más necesitados la demanda es infinita, y lo que hizo Gimeno fue ceder el uso del edificio a Cáritas, quien junto al ayuntamiento de la localidad (que se comprometió a pagar los gastos de comunidad) identificó a las familias con mayor precariedad por mor de un fatal desahucio. “Fue una auténtica avalancha”, llegó a explicar a la prensa local el alcalde de L’Alcudia, superado por las peticiones de vivienda.

Su negocio es ocupar esos espacios oscuros que deja la gran banca que no quiere saber nada de pisos heredados tras la ruina de sus promotores

Ese modelo de vivienda social es el que Gimeno ha llevado a otros lugares del país. En Manzanares (Ciudad Real) o en Parla (Madrid), donde gestiona un parque de 286 pisos que estaban abandonados y hasta ocupados por familias desahuciadas. Algunos de esos hogares han podido quedarse allí, pero ya con un contrato de arrendamiento por medio. Y es que su negocio, ni más ni menos, es ocupar esos espacios oscuros que deja la gran banca que no quiere saber nada de pisos heredados tras la ruina de sus promotores. O la Sareb, con un parque de viviendas adjudicadas algo más que difícil de gestionar.

Gimeno rechaza que se le pueda acusar de oportunismo. Hasta el punto de que algo tan capitalista como una salida a bolsa de su socimi la quiere rodear de contenido social. Conoce bien el percal. Construye pisos -el negocio lo empezó su padre- desde 1982, y desde entonces ha extendido su radio de influencia por la costa levantina y el norte de Madrid.

Si la salida a bolsa le va bien, espera recaudar fondos para seguir profesionalizando el mercado del alquiler, como se sabe, hoy dominado por particulares metidos a caseros y que no pueden aprovechar las economías de escala que les ofrecen las inmobiliarias con balances saneados.

En el horizonte ya divisa la compra de un parque cercano a las 800 viviendas siempre con su correspondiente descuento. Al fin y al cabo, son casas, en muchas ocasiones, cerradas o casi abandonadas que hoy son pasto de los ‘okupas’. En otros casos, se trata de edificios a medio construir que han quedado para la posteridad como un monumento al horror urbanístico.

Desde que Gimeno comenzó su andadura hace algo más de tres décadas, ha promovido la construcción de más de 12.000 viviendas, la mayoría de protección oficial, destinadas al alquiler y venta. Turenta es el nombre de la nueva socimi, con un capital social de cinco millones de euros.

Existe el compromiso de ceder el margen neto de explotación -los beneficios ajustados- a la Fundación Toda Ayuda para que sea esta quien lo distribuya entre ciudadanos amenazados con la exclusión social. Actualmente, gestiona para terceros un parque de 900 viviendas en alquiler. El sueño sigue adelante.

 

 

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